No Más Etiquetas: Una Solución al Problema del Acoso Escolar Poniendo Énfasis a la Tolerancia y Empatía

El acoso escolar es un tema controversial. Los suicidios causado por tales incidentes han impulsado que el acoso escolar reciba abundante atención mediática en muchos países.

Cada vez son más los colegios que eligen implementar políticas diseñadas para proteger a las víctimas y reprimir a los agresores. En algunos colegios, sin embargo, estos esfuerzos están superando la educación sobre el acoso escolar y las condiciones que incitan a los jóvenes a participar en ello.

Por el bien de todos los alumnos, ha llegado el momento de examinar profundamente dos preguntas claves: ¿Por qué los niños agreden a sus pares? y ¿Cómo podemos ayudarlos?

I) ¿Por qué los niños agreden a sus pares?

El acoso escolar es una conducta, no una identidad. Para que una conducta califique como acoso escolar, deben existir dos condiciones:

  • El agresor debe manifestar intenciones de agredir a alguien menos poderoso.
  • La conducta debe ser repetida.

La conducta de un niño puede cumplir estas condiciones en algunas situaciones, pero en otras no, lo que deja a los colegios, los padres y los investigadores buscando motivos subyacentes.

Jaana Juvonen, profesora de psicología del desarrollo en la Universidad de California, Los Ángeles, explora los motivos de poder y control en su investigación sobre el acoso escolar. «Estamos hablando de una conducta estratégica que existe para cumplir un propósito específico, satisfacer una necesidad. Y tal necesidad es poder controlar a los demás«, dice Juvonen. «Estos son niños que están deliberadamente e intencionalmente tratando de agredir a sus pares. Quieren dominar y sentirse poderosos. Entonces la pregunta en términos de cómo ayudar [a un niño que] agrede a sus pares es la siguiente, «¿Por qué tienen esta necesidad de control y poder?»

Al intentar responder a esta pregunta, Juvonen ha notado que el acoso escolar incrementa vertiginosamente durante los períodos de transición, en particular la transición de la educación básica a la educación media.

«Es durante estos períodos de incertidumbre social donde algunos niños recurren a medios primitivos para establecer una jerarquía social«, dice. «Cuando entras en un nuevo entorno social, realmente no tienes idea de dónde te ubicas, cuál es tu rango, quiénes tus amigos y enemigos. Es útil tener esta jerarquía de dominio«.

Por qué algunos niños siguen este camino y otros no lo hacen no está bien establecido. Lo que está claro es que los niños agresivos a menudo perciben las interacciones, e incluso expresiones faciales, ambiguas como negativas o amenazantes. Kara Penniman, una trabajadora social en Columbus, Ohio, señala que los niños que agreden a sus pares a menudo piensan que su conducta es justificada porque los demás «les tienen malas», y esta creencia afecta a un ciclo de interacciones negativas.

«Muchos niños que exhiben conductas agresivas a menudo no se ven como particularmente poderosos«, explica Penniman. «A veces ellos mismos están experimentando intimidación, amenazas y problemas de control con otras personas, por lo que puede ser muy común que se vean a sí mismos como víctimas«.

En última instancia, sin embargo, todos los jóvenes que exhiben conductas agresivas, independiente si hayan sido víctimas de agresión o no, están utilizando el acoso escolar como una herramienta para satisfacer una necesidad fuerte, dice Juvonen.

«[Hay] trayectorias cíclicas increíblemente poderosas«, dice ella. «Los niños aprenden que existe esta necesidad insatisfecha de sentirse poderosos, de poder controlar a los demás, entonces actúan de cierta manera y son recompensados«. Sin embargo, estas recompensas sólo existen a corto plazo.

De acuerdo con los expertos en acoso escolar Dan Olweus, Sue Limber y Sharon F. Mahalic, el 60% de los niños que agredieron a sus pares tenían al menos una condena penal a los 24 años; 40% tenía tres o más condenas. Un estudio reciente publicado en el Journal of the American Medical Association informó que los niños que agredieron a sus pares tenían un riesgo mayor de depresión, trastornos conductuales, abuso de sustancias y suicidio.

II) ¿Cómo podemos ayudarlos?

Los efectos dolorosos del acoso escolar llevan a muchos educadores a enfocarse en la justicia y la seguridad para los alumnos que son elegidos como víctimas y sienten desprecio por los responsables de su dolor, un enfoque que a menudo resulta en duras medidas disciplinarias, como suspensiones, e incluso, expulsiones.

Estas medidas de tolerancia cero pueden parecer sensatas, pero Juvonen y la mayoría de los expertos que estudian disciplina escolar advierten en contra de las políticas que convierten a los colegios en lugares amenazantes e confusos. Juvonen señala que además de no abordar las causas del acoso escolar, tales tácticas duras fomentan la percepción de que los niños no les queda más opción que pelear.

Las intervenciones más eficaces no se enfocan en una sola categoría de niños, sino que reconocen que todos los alumnos se benefician cuando los colegios capacitan a los niños y les enseñan acerca de cómo desarrollar relaciones sanas con sus pares.

III) Apoyar a los alumnos en riesgo.

Adoptar un programa integral diseñada para promover las competencias socioemocionales es una excelente manera de apoyar a los alumnos en riesgo de agredir a sus pares. Judy Kerner, profesora de educación especial y especialista en apoyo conductual, enseña una de esas clases y trabaja en estrecha colaboración con los niños que agreden a sus pares. Ella enseña habilidades que modifican los patrones cognitivos de sus alumnos, no sólo sobre los demás, sino también sobre ellos mismos.

Penniman, como Kerner, encuentra que las conversaciones individuales entre educadores o consejeros calificados y los niños pueden ser efectivas. A ella le gusta preguntarle a los niños qué modelos conductuales están imitando cuando actúan agresivamente y si las estrategias que usan están funcionando. Este enfoque abre una conversación en la que la perspectiva de los niños es fundamental para el diálogo.

«También hago psicoeducación sobre algunas de las consecuencias a largo plazo del acoso escolar«, dice Penniman. «Así que, proporcionando información sobre cuál es el impacto para los agresores y cuáles son algunas de las consecuencias que sufrirán a largo plazo en términos educativos y laborales«. Ella no entrega esta información como una amenaza, sino como una herramienta para capacitar a los alumnos para que asuman el control de sus decisiones y su futuro.

IV) Enfatizar los períodos de transición

Para los alumnos predispuestos a conductas agresivas, cambiarse de colegio puede ser el catalizador que los lleva a agredir a sus pares.

Los programas de mentores o acompañantes pueden ayudar a los alumnos experimentando transiciones a sentir menos miedo. Los programas de puentes o tutorías durante el primer año brindan una excelente oportunidad para que los alumnos desarrollen relaciones sanas y hablen sobre la cultura escolar dentro de un pequeño grupo de trabajo en casa que promueve el aporte de los alumnos. Para los niños con un riesgo particular, los educadores pueden implementar un plan de transición formal o informal. Esto puede incluir visitas regulares o visitas escolares con padres, hermanos, terapeutas, ex profesores o cualquier persona que los niños identifiquen como una fuente positiva de apoyo.

V) Cambiar el lenguaje sobre el acoso escolar

Muchos educadores piensan que el término «matón» se ha convertido en una palabra pegajosa mal definida que contribuye al pensamiento dicotómico (los matones son malos, las víctimas son inocentes) y fomenta la implementación de enfoques de tolerancia cero. Penniman dice que rara vez, si alguna vez, utiliza la palabra con sus clientes.

«Es más o menos inflamatorio para la mayoría de los niños porque a menudo los colegios tienen una política de tolerancia cero hacia el acoso escolar«, explica. «Así que si los niños reconocen que como una conducta cultural común dentro de su grupo de pares ellos más o menos están admitiendo algo que es completamente intolerable en su colegio, entonces no hay mucho espacio para que hablan sobre hacer cambios o sobre crecimiento personal o hacer algo diferente«.

Los expertos recomiendan hablar en cambio de relaciones, conductas y decisiones sanas. Idealmente, los colegios deben capacitar a todo su personal para alinear la forma en que hablan acerca de estas expectativas para que los alumnos escuchen mensajes consistentes. Hablar de empatía y decisiones relacionales también desmantela la percepción de que ser un «matón» es una identidad fija.

VI) Mira hacia el futuro

La empatía es clave, no sólo para abordar el acoso escolar, sino también para los educadores. Es importante recordar que estos «niños difíciles» siguen siendo niños, y la ventana de oportunidad para trabajar con ellos es pequeña.

El colegio es un escenario social en el que los alumnos intentan desempeñar roles, dice la bloguera y experta en estudios culturales Alissa Sklar. Sin orientación y alternativas, los alumnos agresivos pueden encontrar que el papel de «matón» se vuelve cada vez más rígido, un resultado con consecuencias potencialmente devastadoras para ellos y sus pares.

«Una gran parte de las retóricas del acoso escolar pinta a los niños que son agresores como ogros o monstruos«, dice Sklar. «Pero haciendo esto, estamos realmente haciéndole un flaco favor a todos. Nos estamos perdiendo una oportunidad de oro para enseñarles. Tenemos que recordar que los niños que [agreden a sus pares] siguen creciendo. Cuando los ayudamos, también estamos ayudando a aquellos que eligen como sus víctimas«.

VII) Ciberacoso

El acoso escolar y la tecnología se superponen a tal grado que abordar uno requiere abordar el otro. Se les pide cada vez más a los colegios que respondan a incidentes de ciberacoso que no ocurren en la propiedad escolar, sino que se impregnan en nuestra cultura.

Alissa Sklar, experta de juventud y medios de comunicación, recomienda que los educadores tomen un rol de liderazgo proactivo en educar a sus alumnos, especialmente a los niños que exhiben conductas agresivas, sobre la ciudadanía digital y las dinámicas única del ciberacoso.

Lo básico:

  • Los teléfonos y pantallas computarizadas llevan a muchas personas a comportarse de manera distinta a como se comportan en persona. Las pantallas, sin embargo, no disminuyen el doloroso impacto del lenguaje e imágenes dañinas o insultantes.
  • Agredir a otra persona online puede magnificar las consecuencias perjudiciales para la víctima debido a la naturaleza pública de la agresión. El ciberacoso también puede potencialmente magnificar las consecuencias para los perpetradores.
  • Cualquier cosa comunicada digitalmente es infinitamente replicable e imposible de eliminar. Nadie puede realmente «recuperar» lo que se publica en Internet.
  • La proliferación de la tecnología (en particular los smartphones) significa que las víctimas de acoso escolar ya no pueden sentirse seguras en su hogar, entre sus amigos o incluso al cambiarse de colegio.

VIII) Justicia restaurativa

La justicia restaurativa puede ser una herramienta importante en la prevención del acoso escolar, pero los expertos advierten que estas intervenciones, particularmente la mediación, siempre deben ser facilitadas por miembros capacitados del personal escolar. Si su colegio no tiene acceso a mediadores profesionalmente capacitados, considere otras intervenciones.

Fuente: Van der Valk, A. (2013). There Are No Bullies. Teaching Tolerance – Diversity, Equity and Justice. Recuperado de (http://www.tolerance.org/magazine/number-45-fall-2013/there-are-no-bullies). Traducido por Maximiliano Bravo.

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