Contexto, Tamaño Del Grupo Y Exigencias Sociales

En igualdad de condiciones, ¿con cuántas personas te gustaría interactuar en un momento específico? ¿Prefieres estar en una conversación uno a uno, en un pequeño grupo social o dando un discurso frente a una gran sala de conferencias?

Para la mayoría de las personas en el Espectro Autista, las situaciones grupales son peores que las interacciones uno a uno.

No todos los neurotípicos parecen comprender la dificultad de las interacciones grupales hasta que se les señala explícitamente, por lo que algunos pueden tratar la idea como una percepción inesperada. No es algo que se haya investigado y estudiado adecuadamente, aunque es muy relevante para la capacidad de las personas en el Espectro Autista de navegar por los espacios sociales en el mundo real. Por lo tanto, resulta apropiado explicar cómo el número de participantes en una interacción social puede afectar la dificultad de esa interacción.

Básicamente, todo se reduce a las exigencias de procesamiento de información social y a la toma de turnos. En una interacción uno a uno, te controlas a ti mismo/a y a otra persona. Estás monitoreando sus expresiones faciales y lenguaje corporal, tratando de comprender su perspectiva, tratando de determinar sus intenciones y anticipar sus acciones, monitoreando la toma de turnos, modulando tus propias expresiones faciales y lenguaje corporal, y generando declaraciones rápidamente para llenar los vacíos en la conversación: declaraciones que deben tener en cuenta el resto de la información que estás recopilando. En realidad, hay una gran cantidad de cosas que entran incluso en una interacción «simple» uno a uno.

Pero las interacciones uno a uno siguen siendo relativamente sencillas en comparación con los grupos sociales. Cada nueva persona en la conversación significa otra persona que debe ser monitoreada, otra perspectiva que debe ser decodificada. Esto aumenta rápidamente las exigencias de procesamiento de información social. También hace que tomar turnos y contribuir a la discusión sea mucho más difícil, porque no solo necesitas generar declaraciones, sino que debe generarlas de tal forma que tengas las declaraciones adecuadas listas en los momentos adecuados. Es difícil saber cuándo tomar un turno en una conversación grupal, y es especialmente difícil cuando tienes que tener un comentario pertinente disponible cuando se presenta la oportunidad de un turno. Todo está sucediendo en unos pocos segundos; incluso si hicieras una pausa para pensar bien las cosas, la conversación pasaría a otra cosa y haría que tu nuevo plan fuera inútil antes de que pudiera ser implementado.

Por lo tanto, cuantas más personas entren en una conversación no estructurada, más difícil se volverá la interacción.

Con el tiempo, llegamos a un punto en el que incluso los neurotípicos se sienten agobiados y el grupo grande debe dividirse en grupos más pequeños o adoptar una estructura formal, creando un sistema claro para determinar formalmente quién habla en un momento determinado.

Una vez que existe una estructura formal, las cosas vuelven a ser más fáciles. Hablar en público es un ejemplo. Muchas personas, estén o no estén en el Espectro Autista, sienten mucha ansiedad por hablar frente a grandes multitudes, pero cuando uno habla frente a muchas personas, nadie espera que controles las reacciones de todos los miembros de la audiencia. Solo tienes que imaginar cómo podrías reaccionar un miembro de la audiencia genérica. Por lo tanto, aparte de la ansiedad, hablar en público es relativamente poco exigente.

Todo esto enfatiza la importancia del contexto en las interacciones sociales. Los diferentes contextos sociales vienen con una variedad desconcertante de expectativas y reglas diferentes y, como hemos visto aquí, también difieren en las exigencias básicas que nos imponen.

Fuente: Dwyer, P. (2018). Context, Group Size, and Social Demands. Autistic Scholar. Recuperado de (http://www.autisticscholar.com/context-groups-social-demands/). Traducido Por Maximiliano Bravo.

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