El uso de recompensas en el salón de clases ha sido un tema de debate durante décadas. Mientras que algunos argumentan que pueden ser efectivos para promover un comportamiento positivo y el rendimiento académico, otros creen que pueden ser perjudiciales para la motivación intrínseca y el bienestar general de un/a alumno/a.
En el mundo actual, las recompensas a menudo se usan como un medio para motivar a los alumnos a completar tareas o comportarse de cierta forma. Sin embargo, la investigación sugiere que las recompensas en realidad pueden tener un impacto negativo en la motivación intrínseca y la salud mental.
En este artículo, exploraremos las muchas formas en que las recompensas pueden tener consecuencias no deseadas en el bienestar general de un/a alumno/a, incluido el aumento de la ansiedad y la vergüenza, la promoción de una mentalidad fija y la disminución de la generosidad y la naturaleza solidaria de un/a alumno/a.
También examinaremos cómo las recompensas pueden enmascarar un comportamiento auténtico y aumentar la dependencia de la validación externa, lo que en última instancia conduce a una disminución de la autoestima. Finalmente, veremos algunos ejemplos específicos de intervenciones comunes basadas en recompensas que se usan en los salones de clases de hoy y escucharemos a expertos en el campo sobre cómo los padres y las familias pueden desafiar el status quo.
Las consecuencias no deseadas de recompensar a los alumnos: Un análisis crítico
I) Las recompensas disminuyen la motivación intrínseca: Cuando los alumnos son recompensados por completar una tarea o comportarse de cierta forma, pueden llegar a ver estos comportamientos como algo que solo hacen por la recompensa, en lugar de porque están realmente interesados o comprometidos con la tarea. Una de las razones principales por las que las recompensas disminuyen la motivación intrínseca es que cambian el enfoque de la actividad o el comportamiento en sí a la recompensa que se ofrece. Esto significa que es más probable que las personas se involucren en el comportamiento o la actividad solo por el bien de recibir la recompensa, en lugar de encontrar la actividad inherentemente agradable, interesante o correcta. Esto puede provocar que los estudiantes pierdan interés en la actividad una vez que la recompensa ya no esté disponible (Deci et al., 2001; Kohn, 2018).
II) Las recompensas aumentan la ansiedad y la vergüenza: El miedo a no recibir una recompensa puede generar ansiedad y sentimientos de vergüenza en los alumnos. Además, los alumnos pueden sentirse ansiosos o avergonzados si no reciben una recompensa, o si reciben una recompensa pero sienten que no está a la altura de su esfuerzo. Esto puede provocar un aumento del estrés y las emociones negativas, así como una disminución de la participación debido a la evitación de situaciones y experiencias que fomentan el miedo (Aypay, 2018).
III) Las recompensas crean una sensación de ser controlados: Este sentimiento no solo disminuye la motivación, sino que puede crear una necesidad de placer externo, lo que se ha demostrado que conduce a una adicción a las recompensas, buscando constantemente esa explosión de placer a corto plazo que tales estímulos producen (Deci et al. al., 2001; Aypay, 2018).
IV) Las recompensas aumentan una mentalidad fija: Los alumnos que son constantemente recompensados por sus logros pueden comenzar a creer que sus habilidades son fijas, en lugar de algo que se puede mejorar a través del esfuerzo y la práctica. Esto se debe a que la atención se centra en el resultado (es decir, la recompensa) en lugar del proceso de aprendizaje y crecimiento (Dweck, 2006).
V) Las recompensas disminuyen la generosidad y la naturaleza solidaria: El uso de recompensas puede promover un «¿qué hay para mí?» mentalidad y disminuir o amortiguar las tendencias naturales de un/a alumno/a hacia la generosidad (Allen, 2018). Esto puede promover una cultura de interés propio en lugar de evocar una de empatía y compasión.
VI) Las recompensas promueven el camuflaje social: Cuando los alumnos son recompensados por ciertos comportamientos, pueden comenzar a enmascarar u ocultar otros aspectos de sí mismos, que no son recompensados. Además, es más probable que los niños oculten sus errores y eviten los desafíos cuando se utilizan recompensas (Dweck, 1995). Además, la razón más común informada por los alumnos Autistas para camuflarse fue para encajar con sus pares vía «fingir» ser neurotípicos. (Cage et al., 2019). Esto sugeriría que las recompensas basadas en expectativas y normas neurotípicas pueden promover el camuflaje social de los rasgos neurodivergentes, ya que las personas pueden participar en comportamientos que no son auténticos para ellos mismos para recibir recompensas y encajar (Kohn, 2020).
VII) Las recompensas tratan los síntomas, no las causas fundamentales: Las recompensas no abordan las razones subyacentes del comportamiento de un/a alumno/a ni tienen en cuenta cómo funciona el sistema nervioso autónomo de forma subconsciente. A menudo exacerban las preocupaciones de comportamiento subyacentes debido a la probabilidad de aumentar los niveles de angustia de un/a alumo/a (Delahooke, 2022).
VIII) Las recompensas devalúan la tarea real: El uso de recompensas puede enviar el mensaje de que la tarea en sí no es inherentemente valiosa o interesante, sino que solo vale la pena hacerla por la recompensa (Kohn, 2018).
IX) Las recompensas aumentan la dependencia de la validación externa: Cuando los alumnos se acostumbran a recibir recompensas por su comportamiento o logros, pueden volverse más dependientes de la validación externa, en lugar de desarrollar un sentido de motivación intrínseca. Esto puede crear una dependencia costosa en la que las personas confían en otros para validar su autoestima (Deci et al., 1999; Pink 2011; Aypay, 2018).
X) Las recompensas disminuyen la autoestima: Cuando ciertos alumnos reciben recompensas mientras que otros no, estos últimos pueden sentir una sensación de insuficiencia y fracaso, lo que en última instancia conduce a una disminución de la autoestima y la autoestima. Esto puede tener efectos negativos duraderos en su bienestar general y rendimiento académico (Aypay, 2018).
Las recompensas no deben ser la estrategia predeterminada para promover el comportamiento positivo y el rendimiento académico en el aula. En cambio, los profesores deben enfocarse en construir relaciones sólidas con los alumnos, brindando oportunidades para la autonomía y la elección, y creando un ambiente positivo en el aula que fomente la motivación intrínseca y el amor por el aprendizaje.
Es importante que los profesores consideren estrategias alternativas para promover la motivación y el compromiso de los estudiantes, como la creación de un ambiente de clase inclusivo y de apoyo, brindando oportunidades de aprendizaje significativas y desafiantes, y dando a los alumnos autonomía sobre su propio aprendizaje (Ryan et al., 2000).
Al centrarse en la motivación intrínseca, los educadores pueden fomentar el amor por el aprendizaje y promover el desarrollo de habilidades para toda la vida (Deci et al., 2001).
Repensar las recompensas: ¿Cómo tú, como padre/madre, puedes desafiar el status quo en el salón de clases de tu hijo/a?
Es natural querer lo mejor para tu hijo/a cuando se trata de su educación. Quieres que él/ella se sienta motivado/a, comprometido/a y apoyado/a en el salón de clases de una forma que les permita sentirse seguro/a siendo él/ella mismo/a. ¿Alguna vez has cuestionado el uso de recompensas en el salón de clases y si realmente promueven un comportamiento positivo y resultados de aprendizaje? Si es así, puede ser difícil saber cómo abordar la situación.
Un ejemplo de tal método es un programa de incentivos para toda la clase que se basa en chequeos aleatorias del comportamiento de los alumnos para alentar la conducta deseable. Si bien esta estrategia puede parecer una forma sencilla de promover un comportamiento positivo y el éxito académico, existen posibles inconvenientes y limitaciones a considerar.
Otro ejemplo de una estrategia de gestión del salón de clases en la que el/la profesor/a de tu hijo/a puede confiar es un cuadro de comportamiento de 10 marcos. El cuadro es una ayuda visual que ayuda a rastrear y monitorear el comportamiento deseado de un/a alumno/a durante todo el día. El/La alumno/a recibirá una calcomanía por cada tarea que complete, siempre y cuando siga los procedimientos específicos del colegio para el buen comportamiento. Al final de cada día, se revisará la tabla y, dependiendo de la cantidad de calcomanías que el/la alumno/a haya ganado, se le otorgará una recompensa por alcanzar metas específicas.
Entonces, ¿cómo comunicamos de manera efectiva nuestras preocupaciones a los maestros y administradores escolares de nuestros hijos sin causar conflicto o tensión?
Para explorar estas preguntas y obtener consejos prácticos sobre cómo abordar el tema con los profesores de nuestros hijos, contamos con las sabias palabras algunos expertos líderes en el campo, incluidos Alfie Kohn, Ginger Healy, Brian Middleton, Diane Gould y Greg Santucci. Ellos compartieron sus puntos de vista sobre las posibles desventajas de usar recompensas y castigos como estrategias de manejo del comportamiento y ofrecieron enfoques alternativos que pueden ser más efectivos para promover un ambiente de aprendizaje positivo y de apoyo para todos los alumnos.
Siguiendo sus consejos, podemos trazar un camino hacia conversaciones constructivas con los profesores de nuestros hijos que conduzcan a cambios positivos en el aula.
Alfie Kohn, autor y experto en educación
Kohn sugiere que centrarse en los detalles de un programa de incentivos específico no es la solución para mejorar la motivación de los estudiantes. Las recompensas y los castigos solo producen obediencia temporal, y las investigaciones han demostrado que cuanto más se premia a las personas por hacer algo, más tienden a perder interés en esa actividad. ¡Lo que significa que los incentivos no solo son ineficaces sino también contraproducentes! Múltiples estudios han demostrado que recompensar o elogiar a los niños por hacer algo generoso tiende a hacerlos más egocéntricos.
Kohn enfatiza que lo que importa no es cuán motivados están los alumnos, sino cómo están motivados. Los psicólogos distinguen entre motivación intrínseca y extrínseca, donde la motivación intrínseca se considera significativa, mientras que la motivación extrínseca ve la acción o el valor como un medio para un fin. Más de cien estudios han demostrado que la motivación extrínseca e intrínseca están inversamente relacionadas.
Kohn recomienda crear una comunidad solidaria con los alumnos en lugar de hacerles cosas como implementar programas de incentivos, que son como intentos de entrenar a los alumnos como si fueran animales de laboratorio. Sugiere trabajar con niños para fomentar la motivación intrínseca haciendo que el aprendizaje en sí sea significativo. Kohn profundiza en este tema en su libro «Castigado por las recompensas» para los lectores interesados en la investigación sobre por qué las recompensas son inútiles y dañinas y su libro «Más allá de la disciplina» para obtener más información sobre cómo construir un «trabajar con» versus «hacer para»el salón de clases.
Ginger Healy, autora y directora de programas de Attachment & Trauma Network, Inc.
Healy cree que las recompensas pueden ser contraproducentes para los niños que tienen una visión negativa de sí mismos, ya que pueden causar conflictos internos y distraerlos del aprendizaje. Además, las recompensas y las consecuencias pueden crear una relación basada en el control entre el niño y el adulto, lo que puede debilitar la confianza y la seguridad. Healy nos invita a reflexionar sobre nuestras propias reacciones cuando alguien intenta sobornarnos o amenazarnos para que hagamos algo. Específicamente, nos anima a considerar si confiamos en la persona, disfrutamos estar en su compañía y nos sentimos motivados para colaborar con ella.
En lugar de confiar en las recompensas y las consecuencias, Healy sugiere que construir relaciones con los niños es crucial para comprender su comportamiento y promover la regulación, lo cual es esencial para un aprendizaje exitoso. Healy también argumenta que el desarrollo del carácter es importante, pero la regulación debe ser lo primero, y las recompensas y las consecuencias no abordan los diferentes niveles de lesiones cerebrales y corporales que pueden tener los niños. Healy explora el tema de la regulación más extensamente en su libro recientemente publicado «Regulación y co-regulación: neurociencia accesible y estrategias de conexión que traen calma al salón de clases«.
Brian Middleton, M.Ed., IBA, BCBA, LABA, el «Conductista Barbudo»
Middleton es un profesor veterano de educación especial con varios años de experiencia apoyando a niños en el ambiente del Kínder al IV Medio y varios años de experiencia como analista de comportamiento dedicado. Él enfatiza la importancia de empoderar a los maestros y apoyarlos en el salón de clases, particularmente en clases grandes o clases con estudiantes que requieren apoyo adicional. Él cree que los padres y el personal de apoyo juegan un papel crucial para ayudar a los maestros y que es esencial formar una sociedad con ellos. Señala que los maestros pueden usar inadvertidamente estrategias potencialmente dañinas porque tienen recursos limitados específicamente con respecto al tiempo y la energía, y que «jugar al juego de la culpa» y confrontar casi siempre resultará en una barrera adicional para el éxito. Lo que es más efectivo es abordar desde una perspectiva de “cómo puedo/podemos ayudar”. Esto aumenta la probabilidad de éxito. Él enfatiza que incluso es útil establecer directamente el objetivo de la colaboración y también indicar que está buscando evitar culpar, mientras que específicamente desea participar en la colaboración.
Con respecto a los posibles inconvenientes de las estrategias de manejo del comportamiento, Middleton destaca el uso de la vergüenza y la presión social para lograr el cumplimiento, particularmente cuando los gráficos son públicos. Este enfoque provoca ansiedad y puede resultar contraproducente, especialmente cuando los estudiantes “fallan”. Él cita varios otros inconvenientes potenciales de los gráficos de comportamiento, incluido el etiquetado negativo, un enfoque en la motivación extrínseca en lugar de la intrínseca, un énfasis excesivo en el cumplimiento, una generalización limitada a otros entornos y el hecho de no abordar las causas fundamentales subyacentes de los comportamientos. Por último, advierte que las recompensas artificiales tienen el potencial de reforzar ciertos comportamientos objetivo y pueden causar daños a largo plazo a los estudiantes y, al mismo tiempo, impedir el éxito a largo plazo.
Middleton afirma que si bien el uso de la vergüenza para controlar el comportamiento puede ser efectivo en el momento, puede causar un gran daño y no logra enseñar habilidades significativas a las personas. Sugiere estrategias y enfoques alternativos, que incluyen prácticas restaurativas/justicia, reuniones en el aula y relaciones sólidas entre profesores y alumnos. Middleton enfatiza que los reforzadores más poderosos a los que tenemos acceso son las relaciones positivas y el éxito. Nos recuerda que la conexión, basada en la aceptación, el éxito y el cuidado, son mucho más poderosas que los refuerzos artificiales.
Diane Gould, autora, terapeuta y fundadora/directora ejecutiva de PDA North America
Gould cree que construir una relación positiva entre los alumnos y su profesor/a es crucial para el aprendizaje, especialmente para los alumnos vulnerables que necesitan sentirse seguros y apoyados para aprender de manera efectiva. Ella argumenta que las estrategias tradicionales de manejo del comportamiento, como el sistema de gráficos de clip de comportamiento, pueden afectar negativamente esta relación y conducir a la vergüenza y el castigo.
Gould enfatiza que incluso en los enfoques de comportamiento positivo, la ausencia de una recompensa puede parecer un castigo para los alumnos. Si bien reconoce el potencial de progreso a corto plazo, enfatiza que las recompensas no necesariamente facilitan el cambio a largo plazo que se desea en última instancia. En su opinión, algunos miembros del personal pueden dejarse engañar por los beneficios inmediatos de las recompensas y no reconocer la importancia de un cambio sostenido y duradero. En cambio, la cultura del salón de clases debe centrarse en desarrollar la autonomía, la colaboración y el compromiso. Gould cree que a menudo se culpa injustamente a los niños por su falta de motivación. Los alumnos están motivados cuando el trabajo tiene significado y está a la altura de sus habilidades, y es responsabilidad de los adultos crear un entorno que fomente esta motivación.
Para los padres, Gould sugiere construir una relación con el/la profesor/a de tu hijo/a y encontrar un método de comunicación que funcione para ambas partes. Ella aconseja a los padres que escriban un documento claro con viñetas que describa las estrategias que funcionan para tu hijo/a, así como las que no. Este documento se puede consultar regularmente y compartir con los maestros y el personal. Gould también alienta a los padres a reunirse con todo el personal de servicios relacionados y evaluar quién puede ser un aliado para tu hijo/a.
Al hablar con el personal de la escuela, Gould aconseja a los padres que está bien ser emotivo pero que mantengan la calma y se concentren en el mensaje que quieren transmitir. Si es necesario, puede ser útil traer profesionales, o incluso amigos o familiares para que lo apoyen durante la conversación. Gould enfatiza la importancia de incluir a los administradores en las discusiones sobre políticas y cultura disciplinaria, sin pasar por alto a los profesores.
Greg Santucci, terapeuta ocupacional y fundador/director de la terapia pediátrica Power Play
Santucci argumenta que los gráficos de pegatinas y otras formas de motivación extrínseca en realidad no alientan a los niños a esforzarse más. En cambio, hacen que los niños se sientan tristes, inadecuados, diferentes de sus compañeros y como si su maestro solo se preocupara por ellos cuando pueden cumplir con las expectativas. Él enfatiza que los niños que no recibieron suficientes calcomanías en realidad querían ganar, querían hacerlo bien y querían hacer feliz a su maestro, pero algo fue difícil para ellos. Santucci enfatiza que esto no es un refuerzo «positivo». En lugar de hacer que los niños se sientan mal por fallar, Santucci cree que los maestros deben tomarse el tiempo para comprender las barreras que impiden que los niños cumplan con sus expectativas. Reconoce que esto requiere tiempo, curiosidad, paciencia y una buena relación con el niño, pero insiste en que nuestros niños merecen exactamente este tipo de apoyo. Sugiere que los profesores no deben reducir los éxitos y desafíos de los niños a un cuadro de calcomanías rápido y conveniente y que las calcomanías en última instancia respaldan a las empresas que las venden, no a los propios niños. En última instancia, Santucci enfatiza que nuestros hijos merecen algo mejor.
Ir más allá de las soluciones a corto plazo a favor de las soluciones a largo plazo
En conclusión, si bien las recompensas pueden parecer una forma efectiva de motivar a los alumnos a corto plazo, pueden tener consecuencias no deseadas que superan sus beneficios. Los efectos negativos de las recompensas incluyen la disminución de la motivación intrínseca, el aumento de la ansiedad y la vergüenza, la promoción de una mentalidad fija, la disminución de la generosidad y la naturaleza solidaria, la promoción del camuflaje social y una mayor dependencia de la validación externa. Además, las recompensas no abordan las razones subyacentes del comportamiento de un/a alumno/a y, de hecho, pueden exacerbar los problemas.
Como padres y educadores, debemos alejarnos de los sistemas basados en recompensas y, en cambio, centrarnos en fomentar la motivación intrínseca, promover la mentalidad de crecimiento, fomentar la empatía y la compasión, y abordar las causas fundamentales del comportamiento preocupante. Esto puede implicar la creación de un ambiente de aprendizaje seguro y de apoyo que fomente la toma de riesgos, el aprendizaje de los errores y la colaboración. La clave para promover el éxito y el bienestar a largo plazo de los alumnos radica en fomentar un sentido de valor intrínseco y autoestima que no dependa de la validación externa. Al priorizar este aspecto de su desarrollo, podemos capacitar a los estudiantes para trazar sus propios caminos y alcanzar sus metas, independientemente de las opiniones de los demás. En última instancia, este es el objetivo final para todos los alumnos y, al lograrlo, podemos ayudarlos a llevar vidas satisfactorias y significativas.
Referencias:
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Fuente: Persike, C. (2023). The Dark Side of Rewards: Why Incentives Do More Harm Than Good in the Classroom. Alliance Against Seclusion & Restraint. Recuperado de (https://endseclusion.org/2023/05/06/the-dark-side-of-rewards-why-incentives-do-more-harm-than-good-in-the-classroom/?fbclid=IwAR3mPI3DlFuVO7YYTOn9jMyW4ZX3BPhYGsoAlJceOd-NYVvAJZEDZDAQapY). Traducido Por Maximiliano Bravo